
Una carta para sobrevivir a enero...
Transcurre este mes con la vuelta de muchos de nosotros a la rutina del día a día, de la casa, de la escuela, del trabajo, y también con la famosa “cuesta de enero” que a veces nos agobia tanto económicamente, como en términos físicos y emocionales. También, muchos emprendemos el nuevo año con un cúmulo de buenos deseos y propósitos que o bien ya estamos retomando o que poco a poco se van perdiendo en el olvido.
Una buena fórmula para enfrentar tantos retos y tareas, y para volver de nuevo a esos días ordenados y en muchas ocasiones agitados, que a mí y varias de mis colegas nos ha funcionado y por eso ahora la comparto, es ir, paso a paso y uno por uno, retomando los proyectos que por diferentes motivos hemos dejado pendientes. Hemos venido practicándolo con calendario en mano y fechas posibles de realización. Esto nos ayuda a mantener la ilusión, el contacto con nuestras ideas y las de otros, así como la imaginación y la mente alertas. Además, nos lleva a buscar los medios para conseguirlos.
También hemos tratado de recuperar o de incorporar hábitos que nos ayudan a cuidarnos y a sentirnos bien, ¡aunque a veces cuesta! Dentro de estas prácticas ha estado el tratar de ir con un horario a la cama; no dejar asuntos o quehaceres sencillos, que pueden cumplirse durante la jornada, para el otro día; hacer un poco ¡o más! de ejercicio, en mi caso caminar; y traer de nuevo las verduras a nuestro plato y el de quienes comparten con nosotras cocina o alimento, sin por ello renunciar totalmente a lo que nos gusta, si sabemos que podemos comerlo.
Al mismo tiempo nos hemos estado mirando en nuestro interior, y nos hemos dado permiso para ser más cariñosas, más pacientes y más comprensivas con nosotras mismas y con los otros; con nuestra familia y nuestros amigos, en el trabajo, en la escuela.
Estamos recordando cotidianamente que hay situaciones, personas, tareas, ante las cuales más vale una visión y una actitud amables porque no las vamos a cambiar y porque estarnos resistiendo o enfrentando a ellas sin resultado, solo nos viene dejando agotadas. En cambio, ¡ya estamos considerando cómo podemos transformar lo que a nosotras nos toca pensar, sentir y hacer, y lo que tenemos que dejar ir sin miedo y sin culpas! Estamos evaluando a quién, en qué situación y para qué, hay que ponerle límites bien claros que contribuyan a que nuestra relación sea armoniosa, respetuosa y constructiva.
La verdad, aunque hay preocupaciones que todavía nos aquejan y situaciones concretas que hay que resolver, todo esto nos está haciendo la vida más ligera… ¡Ojalá y algo de ello te ayude a lo mismo!
Con cariño,
Sara Elena
Comments